lunes, 8 de agosto de 2011

El derecho de cambiar!

Muchas veces en este último tiempo he leído y escuchado a personas decir "¿por qué ahora alegan si durante 20 años nadie le alegó a la concertación?" o frases como "¿cómo esperan que en 4 años la derecha hago lo que en 20 no hicieron los de izquierda?". Y frente a ese conformismo, a esas palabras mediocres y a esa falta de actividad, me he dispuesto a escribir estas palabras que espero resuenen en más de alguien.

Cuando dicen que este problema se arrastra hace años, creo que es necesario notar que no se arrastra desde el re-inicio de la democracia, sino desde plena dictadura. Hasta 1981 en Chile había educación superior fiscal y gratuita para todos. Eso se cambió a través de una ley orgánica constitucional en la era de Pinochet que provocó, como efecto dominó, la creación de muchísimas universidades privadas, institutos de formación técnica y centros de formación profesional. Por supuesto, las instituciones bancarias se pusieron muy contentas con este actuar del gobierno, pues ahora cada persona que quisiera estudiar debía acceder a los medios tradicionales de endeudamiento para poder solventar sus estudios.
El asunto es que pasaron casi 10 años desde el inicio del lucro y nada cambio. Pero analicemos también que, por mucha voluntad que haya habido los primeros años de democracia de parte de la concertación para cambiar esa ley de educación superior, se necesitan muchas más voluntades y acuerdos que el solo afán de hacer las cosas bien.
Pinochet y sus asesores (muchas caras que se repiten hoy en el gobierno actual) crearon una constitución que fuera muy difícil de cambiar en los aspectos más profundos. Para modificar asuntos como sistema electoral, partidos políticos, fuerzas armadas, concesiones mineras y, POR SUPUESTO, enseñanza, se necesita el acuerdo de cuatro séptimo de los diputados y senadores en ejercicio para hacer algo. Claro está que los votos de la derecha NUNCA estuvieron ni han estado disponibles para este tipo de asuntos, que, de extraña casualidad, son muchos de los temas sensibles que afectan al país (sistema binominal, voto voluntario, servicio militar obligatorio, administración de los dineros de la minería y ley de fin del lucro de la educación) Sin los votos de la derecha, durante todo el periodo de la concertación se imposibilitó hacer alguna diferencia en cualquier ámbito, incluido educación.

Además, falta hacer notar que en el año 2006 se detuvo la educación del país durante meses debido a la revolución pingüina que provocó el cambio en el financiamiento de los colegios municipalizados de Chile, por lo que decir que en 20 años "nunca se hizo nada" es falso y es ignorar el primer avance que se dio en muchos años para cambiar el sistema educativo, al menos de la básica y media de nuestro país.

Todo esto me lleva a la siguiente conclusión. Cuando dicen que "no esperen mucho de lo que se podría lograr en 4 años" con un afán de defender a Piñera y su sequito, es caer en una actitud conformista y mediocre (en verdad sin ánimo de ofender). Lo digo por que aceptar la realidad sin protestar, sin querer realizar cambios y con tal de mantener una paz de mentira es renunciar a nuestras expresiones, a nuestros derechos y a pasar a ser unos reales títeres del estado.
Los estados se conforman para servir a su pueblo, no para beneficiarse de ellos. Y si la gente de la sociedad gobernada está disconforme, sin importar cuando, es necesario protestar por el tiempo que sea necesario. Protestar con argumentos es el primer inicio del cambio profundo que forma la patria.
La mediocridad de ese asunto, entonces, va por hacerse parte de ese grupo "mediano" que no le interesa nada más que su propia suerte y acepta lo impuesto por terceros sin decir nada porque cree que nadie puede hacer cambiar las cosas. Pero si la mediocridad gobernara, seguiríamos siendo dirigidos por monarcas españoles y sin ser soberanos de nuestras propias decisiones. El mundo estaría a cargo de unos pocos que se llenarían de caviar y pasteles, lujos y joyas, mientras los otros trabajaríamos para solventar ello, sin más ánimo que salvar nuestras propias existencias a diario.
Ser mediocre, entonces, es desconocer el derecho a cambiar. Es escupir sobre las revoluciones que han cambiado al mundo, que nos enseñaron de libertad, de derechos y de igualdad.
El decir que hoy no se puede cambiar el ámbito educacional de nuestro país y que nos "debemos" conformar con lo que existe, es volver a tiempos pasados, donde el mundo se imponía sobre ti.

No porque algunos se resignen fácilmente, otros cuantos deben resignarse igualmente...

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